Parashat Mishpatim

24 febrero, 2017

Entre el Cielo y el Cielo

El ascenso de Moshé al Monte Sinaí está dividido en dos partes.
La primera de ellas aparece hacia el final de Parashat Itró, y la segunda parte aparece al final de nuestra sección semanal que es Parashat Mishpatim.
Entre ambos relatos, la Torá presenta un extenso listado de leyes –que ocupa casi tres cuartas partes de Parashat Mishpatim- cuyo principal interés es la relación entre el hombre y su prójimo.

De hecho, Parashat Mishpatim es la primera sección de tinte netamente “legislativo” y constituye la base del Derecho Hebreo Bíblico, junto a varios pasajes de los libros de VaIkrá y Devarim. Parashat Mishpatim menciona leyes relativas al robo, a lesiones y a la violación de la propiedad privada y regula los deberes hacia el pobre, el extranjero, el huérfano y la viuda.

No obstante llama poderosamente la atención que semejante “Tecnicismo Legal” aparezca ubicado entre dos de la despcripciones más sublimes de la Torá: el ascenso de Moshé al Monte Sinaí al final de Parashat Itró y la segunda descripción de dicho ascenso hacia el final de nuestra Parashá.
No hay acuerdo entre los sabios de Israel acerca de la fecha de este episodio descrito hacia el final de Parashat Mishpatim.

De acuerdo a RaSHI, quien se apoya en el postulado Rabínico “Ein Mukdam Umeujar BaTorá” (los hechos descriptos en la Torá no necesariamente aparecen mencionados en orden cronológico), el episodio que cierra nuestra Parashá ocurrió antes de la entrega de la Torá, el día 4 de Sivan (RaSHI a Shemot 24, 1). El RaMbaN no comparte la opinión de RaSHI y afirma que Moshé ascendió al Monte Sinaí sólo después de la entrega de la Torá.

De todos modos, aún cabe preguntarse por qué razón la Torá incluye semejante listado de leyes entre ambas descripciones del ascenso de Moshé al Monte Sinaí.

Tal vez pueda responder a esta pregunta a través de un relato:

Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un enorme árbol, cayo un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales.

La carretera era muy larga, colina arriba, el sol era muy fuerte, estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un portal magnifico, todo de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde manaba un agua cristalina.

El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada: ‘¿Cómo se llama este lugar tan bonito?’, le preguntó. ‘Esto es el CIELO’. ‘Que bueno que hayamos llegado al CIELO, porque estamos sedientos’.

‘Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera’, y el guardián señaló la fuente. ‘Pero mi caballo y mi perro también tienen sed…’.

‘Lo siento mucho…’, dijo el guardián, ‘Pero aquí no se permite la entrada a los animales’. El hombre se levantó con gran disgusto, ya que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo; dio las gracias al guardián y siguió adelante.
Después de caminar un buen rato cuesta arriba, exhaustos, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puertecita vieja que daba a un camino de tierra rodeado de arboles.

A la sombra de uno de los arboles había un hombre tirado en la tierra, con la cabeza cubierta por un sombrero, posiblemente dormía. ‘Buenos días’, dijo el caminante. El hombre respondió con un gesto con la cabeza. ‘Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo’, dijo aquel hombre sediento.

‘Hay una fuente entre aquellas rocas’, dijo el hombre indicando el lugar. ‘Pueden beber tanta agua como quieran’.

El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre. ‘Pueden volver siempre que quieran’, le respondió.

‘A propósito…¿cómo se llama este lugar?’. ‘Este es el CIELO’, le dijo aquel hombre.
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‘¿El CIELO? ¡No puede ser! ¡Si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el CIELO!’.
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‘Aquello no era el CIELO, era el Infierno’.
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El caminante quedo perplejo. ‘¡Deberías prohibir que utilicen su nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones!’.
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‘¡De ninguna manera! En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se queda todo el que es capaz de sacrificar a su prójimo’.
….

Tal vez esta sea la respuesta a nuestra pregunta.

¿Por qué razón tamaño listado de leyes que regulan la relaciones humanas aparece inserta entre ambas descripciones del ascenso de Moshé hacia el Cielo?

Sencillo. Jamás lograremos siquiera acercarnos al CIELO si “sacrificamos a nuestro prójimo” y olvidamos estas leyes. Tal vez creermos estar en el CIELO…pero éso será el Infierno.

Alguna vez preguntó el Kli Iakar, Rabí Efraim Lunshitz:

¿Por qué está escrito al principio de la Parashá “Y estas son las leyes que habrás de poner delante suyo” (Shemot 21, 1)? ¿Delante de quién? ¿Delante del pueblo?

“No”, responde el Kli Iakar. “Delante de las normas que regulan la relación con Di-s. Ante todo debe el hombre aprender cómo comportarse con su prójimo”.
Sólo entonces estaremos cerca del CIELO.

Shabat Shalom
Rab. Gustavo Surazski