Parashat Itro

17 febrero, 2017

“Decime cual cual cual es tu nombre, decimelo lo lo por favor” (sólo para quienes lo recuerdan…)

La primera actividad del ser humano en el mundo fue, según el génesis, darle nombre a cada una de las criaturas que los rodeaban. Podemos imaginarnos también en el génesis del lenguaje como los primeros seres humanos dotados de la capacidad del habla comenzaron a nominar y a nombrar paulatinamente todo el universo que los rodeaba. El nombre del libro que estamos transitando es Shemot, nombres. Según el Midrash la causa de la liberación de Egipto, entre otras, se basó en que el pueblo de Israel durante los años de esclavitud nunca cambió sus nombres, nunca intentaron ser otra cosa de lo que eran. Nunca escondieron su identidad. Esto es sólo el preámbulo porque hoy quiero hablar de nombres pero de un solo hombre con muchos nombres.
Rashí, el exegeta por antonomasia de la tradición de Israel, en su primer comentario a nuestra Parashá nos dice que Itro, el suegro de Moshé, tiene siete nombres. No hay personaje en la historia judía (excepto Dios) que reciba tantos nombres. Cada uno de sus nombres y apodos los fue recibiendo a lo largo de su vida. ¿Cómo actuaríamos si supiésemos que cada acción nos determinará un nuevo nombre? Quisiera compartir entonces, sus siete nombres y sus siete significados.
1. Reuel: porque aún en sus años cuando era un sacerdote pagano en Midian era amigo (Reia) de Dios (Él). Sus intenciones siempre fueron correctas, aunque a veces sus métodos fueran cuestionables.
2. Ieter: recibe este nombre porqué por él se agregó (iter) una Proción en la Torá. Todo el primer pasaje de está Parashá lleva el nombre y el sello de Itro. Fue él quien le dio la idea a Moshé de cómo se debía articular el sistema legal del pueblo judío.
3. Itro: este es su nombre más popular, y algunos dicen que este es el nombre que recibió cuando se convirtió. Una letra (la vav al final) le fue agregada a su nombre ya que cualquier cambio significativo de vida, de acuerdo a la Biblia, lleva aparejado un cambio de nombre. Somos lo que hacemos. Recuerden sino como Abram pasó a ser Abraham o Iaakov, Israel.
4. Jovav: Lejavev, en hebreo es querer o apreciar. Este nombre lo recibió por su forma de ser, era amado y amaba incondicionalmente.
5. Jeber: Siempre fue un amigo y compañero (jaber) fiel. Acompaño fielmente a su pueblo y luego decidió acompañar y aconsejar, como buen amigo, a su yerno Moshé.
6. Putiel: porqué decidió abandonar (niftar) la idolatría y su tierra de origen. Decide abandonar todo su mundo conocido por amor al Dios de Israel y al pueblo judío.
7. Keini: adquirir en hebreo es “Liknot”. Itro adquiere para él el mejor de los títulos: un buen nombre. Como dice el Eclesiastés: “un buen nombre es preferible a las mejores fragancias”.
El nombre que tenemos en nuestra partida de nacimiento o en nuestros documentos nunca es nuestro único nombre. Una vida colorida está dotada de un abanico de nombres y apodos. A veces nuestro nombre es “papá”, otras veces “hijo”, “tío”, “maestro”, “doctor”, “amado”, etc. Según el Midrash cada hombre (y cada mujer) recibe a lo largo de la vida tres nombres. El nombre que sus padres le dan al nacer, cargado de sus esperanzas y de sus ideales. El nombre que les otorgan los amigos, los apodos de la juventud. Y por último el nombre que cada uno se da a sí mismo; el nombre que forjamos con cada uno de nuestros pasos y nuestras decisiones. ¿Cómo actuaríamos si supiésemos que cada acción nos determinará un nuevo nombre? La decisión que hoy tomemos nos dará el nombre que mañana portaremos.
Itro tenía siete nombres. ¿Cuántos nombres tenes vos? O quizás, la pregunta más importante es ¿Cuál es el nombre por el cual queres que otros te llamen y recuerden?
¡Shabat Shalom!
Rab. Uriel Romano