Resumen Parashat Vaieji
29 diciembre, 2017
La muerte de nuestra matriarca Leá, resulta ser uno de los grandes misterios de Sefer Bereshit.
La Torá no nos detalla lo que ocurrió al momento de su fallecimiento ni tampoco sabemos que es lo que sintió Iaakov a la hora de su muerte ni cuál fue el tenor de su funeral.
De hecho, sabemos del fallecimiento de Leá solo a posteriori. En nuestra Parashá, a la hora de su muerte, Iaakov pide a sus hijos ser enterrado en la cueva de Majpelá.
“Allí enterraron a Abraham y a Sará su mujer, allí enterraron a Itzjak y a Rivká su mujer; y allí enterré a Leá” (VaIejí 49, 31).
Llama poderosamente la atención que Iaakov no diga “y allí enterré a Leá mi mujer”. Sí dirá que Sará fue “mujer” de su abuelo Abraham. También afirmará que su madre fue “mujer” de su padre. Sin embargo, Leá no es –aparentemente- merecedora de ese título.
¿Qué es lo que está pasando aquí?
La escritora israelí Noia Saguiv, sostiene que desde el momento de la creación de la mujer al inicio de Sefer Bereshit, su primera función fue la de ser pareja de Adam.
“Y dijo el Eterno, Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda para él…Y dijo el hombre: Esta vez es hueso de mis huesos, y carne de mi carne; a esta se llamará mujer (ishá) que del varón (ish) ella fue tomada” (Bereshit 2, 18; 2, 23).
Sólo más tarde, cuando hombre y mujer asimilan su mortalidad, Adam llama a su mujer “Javá”, “madre de todo lo viviente (Jai)” (Bereshit 3, 20), haciendo esta vez hincapié -ya no en la “Ishá” -la pareja sexual- sino en “Javá” que es la faceta materna y reproductiva de la mujer.
El midrash y los comentaristas bíblicos nos cuentan que en tiempos del diluvio ambas funciones femeninas estaban claramente divididas en la piel de mujeres diferentes.
La Torá nos cuenta que Lemej hijo de Metushael tomó dos mujeres, Ada y Tzila (Bereshit 4, 19). Dice el midrash que “los hombres de la generación del diluvio actuaban de este modo: Cada uno de ellos tomaba dos (mujeres), una para la procreación y la otra para el placer sexual” (Bereshit Raba 23:2).
Si analizamos la dinámica entre Iaakov y sus dos mujeres, veremos que este hábito tuvo también sus “coletazos” en la era post-diluviana.
Para Iaakov, Lea era tan sólo una procreadora, una “Javá”; su “Ishá” (mujer), era Rajel.
Sólo hay que leer entrelineas, para confirmar que esto no es una mera presunción. Cuando en Parashat VaIgash se habla acerca de la descendencia de Iaakov, la Torá nos dice: “Estos son los hijos de Leá, que parió para Iaakov en Padam Aram..Hijos de Rajel, mujer de Iaakov, Iosef y Biniamín” (Bereshit 46, 15; 46, 19). La única “mujer” a los ojos de Iaakov fue Rajel. Leá fue para él una mera paridora. Se sentía “odiada” por su marido (Bereshit 30, 33). No era “mujer” de Iaakov sino mas bien hija de Laván.
Noia Sagiv dice que Iaakov tuvo a su lado una “Javá” y una “Ishá”. La Ishá, Rajel, ideal a sus ojos. Aquella por la cual era capaz de volar hasta el cielo para bajar de allí una estrella. La mujer cercana a su corazón pero inalcanzable en la vida, aquella que nunca termina de coresponder a Iaakov por el amor que este siente hacia ella. Tan inalzanzable fue, que será enterrada en el camino, sóla siendo la única de las matriarcas (y también de los patriarcas) que no fuera sepultada en la cueva de Majpelá (Bereshit 35, 19-20)
La segunda, Leá es la que lleva el auto al taller. La que saca la basura a la mañana. La que se le quema el bizcochuelo en el horno. La que va del trabajo a hacer compras y se le caen las bolsas por el camino. La que se acuerda de todos los cumpleaños y los aniversarios. La que se despierta a la mañana despeinada y sin maquillar. La que prepara la vianda de los hijos antes de salir a la escuela. La que se queda al lado de su esposo por la noche mirando una película y hace fuerza por mantener los ojos abiertos. Con esa mujer, la más real de las mujeres, fue Iaakov sepultado finalmente
Shabat Shalom U Mevoraj!
Rab. Gustavo Surazski