Parashat Ekev
30 julio, 2021
En el versículo 3 del capítulo 8, en la lectura de la parashá de Ekev, leemos: “Te empobreció por medio del hambre y luego te alimentó con el man, que no conocías ni tú ni tus padres, para enseñarte que no solo de pan vive el hombre, sino que de todo aquello que decreta D’s / aquello que sale de la boca de D’s”.
En una primera lectura, ciertamente vamos a notar la insinuación del famoso dicho popular, que bien conocemos por su carácter espiritual. Reconocemos obviamente que el espíritu también es algo que se debe alimentar con el mismo cuidado que al cuerpo. Sin embargo, no debemos olvidar el resto del versículo : sino que de todo aquello que decreta D’s / aquello que sale de la boca de D’s. Más allá de la idea del man cayendo sobre el campamento de Israel por decreto divino, quisiera que leyeramos este pasuk con un poco más de una “segunda inocencia” y menos con de la racionalidad demoledora. Advierto si, que no estoy haciendo un llamado a no ocupar la cabeza ni entrar en posturas oscurantistas, sino que la idea es desafiar al lector a encontrar el sentido del texto a través de la lectura del texto mismo.
En el contexto de este versículo, Moshé nos viene hablando de la importancia de apegarse a las mitzvot y no olvidarlas, todo con una teología del tipo “premio o castigo”, y es en ese contexto que encontramos este pasuk. Para una primera lectura simple de la Torá, es fácil ver la relación “Si D’s decretó que se haga la luz y hubo entonces luz, habrá man si Él lo decreta así”, por lo tanto, Sus decretos constituyen la realidad misma. Sin embargo, la palabra “decreto” (literalmente aquí en hebreo, “aquello que sale de la boca de D’s”) es posible de entender como la Torá misma. Esa Torá que tradicionalmente nuestro pueblo la atribuyó a la revelación hecha a Moshé, podemos entenderla aquí como “salida de la boca de D’s”. Nadie podría olvidarse de nuestra declaración “etz jaim hi” (árbol de la vida es ella). La Torá nos está enseñando en este pasuk, tanto por su contexto como por interpretación, que no nos basta con el alimento. Más aún, en esta misma Parashá vemos como se nos habla del milagro del man y de cómo las necesidades de am Israel en el desierto fueron cubiertas. Sin embargo, cuando el espíritu pasa “hambre”, nada que poseamos nos basta. Un dicho de los Estados Unidos dice “El césped siempre es más verde en el jardín del vecino” ¿Cuántas veces no hemos visto vidas que con toda la riqueza que poseen, viven con hambre de tener más? Por cierto, no es malo tener más. El problema está cuando lo hacemos el centro de nuestra vida.
En esta misma parashá, la Torá enseña que no se debe de olvidar de la Torá y D’s cuando entres a la Tierra Prometida y que al tener tu casa y tu alimento, etc. llegues a creer que lo obtuviste todo por ti mismo. Ciertamente es el fruto de nuestro trabajo, pero… ¿de qué sirve saciar nuestros deseos por fuera, pero sentirnos vacíos por dentro? Pensar que lo inmaterial se satisface con lo material es tan absurdo como pensar que una casa es un hogar: Es solamente un medio para seguir con vida. Pero el vivir, aquello que le da sentido a la existencia, es precisamente el buscar algo que trasciende a la materia, algo que podemos encontrar no en el regalo, sino que en el gesto, no en el plato de comida, sino que en el amor con que se preparó, y no en el rollo de pergaminos, sino que en la sabiduría que a través de ellos se entregó. No se debe olvidar que lo material es solo una expresión de algo más profundo. Por ello, cuando leamos que no solo de pan vive el hombre, recordemos que también se debe vivir de aquello que sale de la boca de D’s, desde el “Ama a tu D’s” hasta el “Ama a tu prójimo”, pasando por recordar y guardar Shabat y toda la Torá.
Daniel Aarón Cuper S.
Seminarista Bet Jai