Resumen Parashat Ki Tisa
2 marzo, 2018
“El burro adelante para que no se espante”, me solían regañar cuando anteponía el “yo” al comienzo de una frase. Una de las pocas cosas que recuerdo de gramática coincide con una hermosa enseñanza que se desprende de está parashá. No se dice “yo y mi amigo”, debemos decir “mi amigo y yo”.
En las relaciones humanas, al contrario de las matemáticas, el orden de los factores altera el producto. No es lo mismo ponerse al comienzo que al final. En nuestra parashá acontece el fatídico episodio del becerro de oro. Como consecuencia de aquel acto de idolatría Moshe quiebra las tablas. Esto a su vez produce una nueva orden de Dios. Adonai le ordena a Moshé: Psol Leja -Graba para ti- dos tablas como las primeras. Moshe debía reescribir los Diez Mandamientos y grabarlos nuevamente en unas tablas.
Hace un par de semanas leíamos: Lo Taase Leja Fesel -No harás para ti- imagen grabada. El segundo de los Diez Mandamientos nos prohíbe reproducir cualquier imagen que pueda ser utilizada con fines “idolátricos”. Sin embargo la palabra que se utiliza para el mandamiento de grabar (psol) los Diez Mandamientos, y la palabra que se utiliza para prohibir grabar (Fesel) imágenes es la misma. El primer grabado es sagrado mientras que el segundo es profano ¿En dónde radica entonces la diferencia entre lo profano y lo sagrado?
La diferencia entre Kodesh (sagrado) y Jol (profano) no se encuentra en los objetos, ni siquiera en los actos. Cada objeto puede ser sagrado o profano, cada acto puede ser sagrado o profano. La diferencia está en el lugar que nosotros decidimos ocupar. En la prohibición de esculpir imágenes (si se fijan bien) el “Leja” (para ti) viene al comienzo. Sin embargo cuando Dios le ordena a Moshé esculpir las tablas (no me crean, fíjense!) el “Leja” va al final.
Cuando alguien hace algo positivo sin pensar en sus propios intereses, allí el “para ti” va al final y uno está realizando una tarea sagrada. Sin embargo cuando uno se involucra en la misma tarea mas antepone sus propios intereses, allí el “para ti” va al comienzo, y uno está creando imágenes, cometiendo idolatría. Cuando nos ponemos en el centro de la escena, cuando consideramos que todo nuestro entorno gira alrededor de nuestro propio “yo” estamos creando relaciones profanas, el otro es un medio para mis propios fines. Sin embargo, cuando nos corremos de aquel centro y ponemos nuestro yo detrás, cuando apartamos nuestro ego, creamos relaciones sagradas.
La diferencia entre Kodesh y Jol se encuentra en donde nos ubicamos en cada una de nuestras relaciones y nuestras tareas. Pensemos en el amor. Si anteponemos nuestras necesidades y egoísmo a los deseos y sueños de nuestra pareja el amor se transforma en algo profano. El yo se antepone al tú. Sin embargo si dejamos que los sueños y necesidades de los otros vengan primero que nuestros propios yo, estaremos entonces creando una relación sagrada.
Cuando concluimos Shabbat decimos: Hamabdil bein Kodesh Lejol – Quien diferencia lo sagrado de lo profano. Una de los desafíos más importantes en nuestras vidas es aprender a diferenciar lo que verdaderamente importa, aquello que es sagrado, de lo superfluo, de lo banal y profano. Vivir un Shabbat -con todas sus restricciones que nos habilitan a habitar otras dimensiones del ser- es una de las herramientas de nuestra tradición para aprender la tarea sagrada de diferenciar.
En las relaciones humanas el orden de los factores siempre altera el producto. Dejemos, de vez en cuando, que el burro vaya atrás.
(Algunas de las ideas de este Dbar Torá las extraje de un cuento jasidico atribuido a Reb Israel de Ruzhin)
Shabat Shalom u Mevoraj!
Rab. Uriel Romano