Resumen Parashat Tetzavé

23 febrero, 2018

A solas con el rey

La descripción del ropaje sacerdotal es el tema central de Parashat Tetzavé.
Ocho eran las prendas que vestía el Sumo Sacerdote a diario, diseñadas con oro, telas costosas y piedras preciosas. Sin embargo la Torá nos enseña que el día de Iom HaKipurim –el día más sagrado del año- de depojaba de este particular ropaje y lucía tan sólo las cuatro prendas que solían utilizar los sacerdotes ordinarios (túnica, cinto, mitra y pantalones de lino) (ver VaIkrá 16, 4).
Este detalle resulta intrigante.
Habitualmente, nosotros –simples mortales- solemos vestir ropajes destacados en ocasiones especiales. Sin embargo, el Sumo Sacerdote se despojaba de su ropaje de oro para servir a Di-s con ropas sencillas en el día más crucial del calendario judío.
¿Por qué?
El midrash (VaIkrá Rabá 21, 10) propone tres respuestas a este particular interrogante.
Rabí Ieoshúa propone que “el acusador no puede transformarse en defensor”. Ayer Israel había bailado alrededor del becerro de oro. No corrrespondía pues que el mismo metal sirva para expiar aquel pecado.
Rabí Ieoshúa de Sijnín nos enseña que esto era una expresión de la piedad que siente Di-s por el dinero de Israel. El ropaje que utilizaba el Sumo Sacerdote en Iom HaKipurim se depositaba en una guenizá y no se podía reutilizar en otro Iom HaKipurim. Descartar un ropaje tan oneroso, significaría someter anualmente al pueblo de Israel a un gasto excesivamente elevado para reemplazar aquella ropa.
Rabí Leví dice que el motivo de dicho ropaje de lino en Iom HaKipurim era para neutralizar el ego del Sumo Sacerdote, tal como está dicho en el libro de Mishlei: “No te glorifiques en la presencia del rey” (25, 6).
Imaginemos lo que podría haber sentido el Sumo Sacerdote al momento de la avodá en Iom HaKipurim. La extrema responsibilidad que tenía en dicha jornada, podía confundirlo y provocar soberbia en su corazón.
“¡Soy especial!”. “¡Soy único!” (habrá pensado).
Y todo eso era cierto…
Pero la distancia entre el “¡Soy especial!” y el “¡Soy único!”, al “¡Soy el mejor!” suele ser siempre muy corta (más aun cuando se visten ropajes de oro y piedras preciosas…).
Es allí que se le pide que vista ropaje simple de lino, para que su ego no quede al descubierto allí cuando debe expiar por los pecados de Israel.
Si se quiere ver aflorar el ego de una persona, sólo hacen falta dos cosas: halagarla o criticarla. Colmarla de honores o humillarla.
Eso fue lo que hizo tropezar a Hamán. Esa es la razón del ropaje de lino que viste el Sumo Sacerdote en Iom HaKipurim.
La soberbia mata. En el caso de Hamán, literalmente.
Shabat Shalom u Mevoraj!
Rab. Gustavo Suraszki