Resumen Parashat Shlaj Lejá
26 junio, 2019
Parashat Shlaj Lejá – Sem. Benjamín Alaluf
Nos encontramos leyendo parashat Shelaj Lejá, una de las parashiot más controversiales de toda la Torá. En esta parashá se narra cómo Moshé envía doce hombres con el fin de explorar la tierra hacia la cual se dirigían, un hombre por cada tribu, doce espías. Lo que sigue es bastante conocido: los espías van y ven la tierra de Canaán para luego volver con un reporte al pueblo, es difícil saber exactamente qué observaron, ya que cada uno aprecia de forma distinta las cosas, pero importante es apreciar qué fue lo que informaron y cómo es que el pueblo reaccionó ante su reporte. De los doce espías, diez dijeron que la conquista era prácticamente inviable, que la tierra estaba habitada por gigantes, que era territorio hostil, que se vieron como langostas y que a su vez ellos los veían pequeños. Los otros dos no se suman a esto, contradiciendo la versión mayoritaria, trataron de animar al pueblo y de transmitir que la travesía valía la pena, que debían seguir. Sin embargo el pueblo perdió su fe, se desanimó, creyó en las malas noticias y lloró. Una de las curiosidades de esta parashá, es que ésta es una de las fuentes que utilizaron nuestros sabios en el Talmud para determinar por cuántas personas estaba constituido un minián. Dios, luego de ver la reacción del pueblo e incluso tras querer destruirlo, exclama: “¿hasta cuándo habré de soportar esta asamblea mala?” en referencia a los diez espías. Nuestros sabios toman este versículo, y junto con otros, deducen que diez es el número mínimo para santificar el nombre de Dios. Lo curioso en todo esto, es que la fuente principal para aprender cuántos debemos ser para santificar a Dios no se da exactamente en un contexto de santidad. Es así como podemos interpretar que con lo mismo que santificamos y construimos podemos muchas veces generar la fuerza opuesta, todo depende de las intenciones que medien al acto. Diez personas pueden leer Torá, pueden bendecir el nombre de Dios o pueden levantar una casa para quien lo necesite; diez personas también pueden incitar un levantamiento, corromper la realidad y pervertir a una mayoría. Potencialmente somos capaces de muchas cosas, y si bien al final somos evaluados por nuestras acciones, saber que hacemos lo correcto debe ser la fuerza que nos movilice. Quiera Dios que siempre seamos parte del minián que sabe construir puentes, de bendecir y crear mejores realidades. Ser de los diez que tienen la capacidad de soñar con una sociedad más justa y equitativa para todos, que asegure igualdad de derechos ante la ley, que podamos reivindicar el valor de lo distinto, de las identidades múltiples, del pluralismo. Que pensemos en crecer, en un mundo donde la cercanía, los afectos y la alegría sean valores universales. Nosotros elegimos qué testimonio dar, de nuestras decisiones depende el futuro de la humanidad.
Shabat Shalom